La maravilla de la Patagonia argentina está formada por territorios salvajes e interminables y playas muy extensas, hábitats de fauna protegidos. Entre las bellezas del sur argentino también se encuentran los faros, especialmente los históricos, que son un referente fundamental para los navegantes en el Atlántico Sur. Hay muchos faros en la Patagonia, muchos de ellos llenos de historia. Entre ellos, el faro de Punta Delgada.

Llevan décadas allí mostrando la costa de la Patagonia, siendo testigos de la belleza y las tormentas. El Faro de Punta Delgada emite su señal luminosa en el norte de la provincia de Chubut, desde la Península Valdés, a unos 70 kilómetros de la famosa localidad de Puerto Pirámides.

El Faro de Punta Delgada está ubicado en un terreno de 500 hectáreas que hasta 2019 estuvo administrado por la Armada Argentina, antes de volver al control de la provincia de Chubut. Entró en servicio en 1905 después de un año de construcción. Formaba parte de un plan de iluminación general organizado por las propias Fuerzas Armadas, dando respuesta tanto a las necesidades de navegación como al desarrollo de una marina mercante.

También es la sede del Correo Argentino y lugar de formación de futuros trabajadores de faros en varios puntos de la costa argentina. Con el paso del tiempo, el romanticismo de los faros debe adaptarse a los avances tecnológicos y el faro de Punta Delgada es también objeto de una adaptación tecnológica integrada manteniendo su función. Y desde hace varios años funcionan instalaciones de alojamiento en forma de hoteles y restaurantes.

La ventaja del faro de Punta Delgada es que está ubicado en uno de los lugares más bellos de la Patagonia argentina y del país. La Península Valdés, cabe destacar, es patrimonio de la humanidad por decisión de la UNESCO en 1999. Sus 360 mil hectáreas contienen una importante reserva ecológica, muy rica en biodiversidad y fauna. Y es uno de los principales atractivos turísticos del país, también para el avistamiento de ballenas.

Además, Punta Delgada es conocida como el ‘reino’ de los elefantes marinos y es uno de los lugares favoritos de estos animales acuáticos. Los ejemplares machos suelen desembarcar en agosto para luego dispersarse por toda la costa peninsular.

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