Una economía con el rostro humano de Francisco y el imperativo de combatir la pobreza

Una invitación a quienes trabajan por el bien común del Papa, un líder que interpreta los signos de los tiempos e ilumina las tinieblas

de Facundo Pascutto*

El 24 de septiembre de 2022, en Asís, el Papa Francisco firmó un nuevo pacto económico con jóvenes de más de cien países. Este evento, que reúne a economistas, empresarios y corredores de bolsa de todos los ámbitos, nació cuando el 1 de mayo de 2019 el Santo Padre nos invitó a repensar una nueva economía, una economía con rostro humano. Si bien los encuentros y temas discutidos se enfocaron en realidades económicas, el llamado no sólo inquietó a los economistas, teniendo en cuenta que no hay solución técnica si el bien común no es el protagonista de nuestro sistema de valores. Sin técnica es imposible, pero la técnica sola no es suficiente. Por lo tanto, la síntesis que buscamos es un equilibrio saludable entre la ingeniería y los valores humanos. Por eso, la invitación del Santo Padre no se dirige sólo a los economistas, sino a todos aquellos que, desde su humilde posición, trabajan por el bien común.

Lo primero que entendimos fue que el Papa Francisco nos estaba instando a los jóvenes a organizarnos. En 2013, en Río de Janeiro, nos invitó a hacer ruido, nos invitó a hacer ruido organizado. Por eso, siempre hemos considerado el encuentro en Asís no como un punto de llegada, sino como un punto de partida. En ese contexto nació el proyecto Cien Asís, que busca encarnar y multiplicar las palabras del Papa Francisco a través de los pequeños Asís, que hacemos en empresas, sindicatos, universidades, empresas de desarrollo, juntas de vecinos y unidades penitenciarias. Este proyecto va en dos líneas: por un lado, brindamos herramientas académicas y formación profesional a la institución y, por otro lado, celebramos Asís. Celebrar Asís consiste en promover una cultura del encuentro, por eso tratamos de que en cada Asís haya representantes de todos los sectores de la sociedad.

Cuando tuvimos nuestras reuniones, nos dimos cuenta de que cuando nosotros, representantes de diferentes sectores, nos sentábamos en la misma mesa, generalmente estábamos de acuerdo en los temas importantes y las pequeñas diferencias podían resolverse fácilmente. Hay un mecanismo muy potente, que lleva, por un lado, a tratar de ocultar grandes similitudes y puntos de contacto y, por otro lado, a magnificar las pequeñas diferencias. Por lo tanto, el encuentro, tan obvio y redundante para el paradigma tecnocrático, es realmente transformador y vital para salir de la crisis que estamos viviendo como seres humanos. Sin encontrarnos y sin un diálogo genuino no podemos discutir modelos de desarrollo. El encuentro como primer elemento en el proceso de transformación es una de las líneas de acción que nos propone el Papa Francisco y que realmente necesita ser puesta en práctica.

Creemos que las personas hacen la historia, pero también hay líderes que saben interpretar los signos de los tiempos e iluminar las tinieblas, devolviendo la esperanza cuando todo parece perdido y motivando cuando el aburrimiento domina el cuerpo y la mente. Para millones de mujeres y hombres, este líder es el Papa Francisco, quien tiene la capacidad de mostrarnos respuestas a problemas que aún no comprendemos: en eso radica su capacidad estratégica. Nuestra humilde tarea, comenzando con el proyecto Cien Asís, es ayudar a fortalecer los lazos comunitarios entre los diferentes sectores de la sociedad. Esto es para pensar en grande de nuevo. Y pensar en grande significa no ponerse en el centro, escuchar, ceder y comprender que el mañana es imposible sin la idea del poliedro, que consiste en lograr la unidad en la diversidad.

La figura de San Francisco de Asís, como inspiración para discutir modelos de desarrollo y crecimiento económico, nos anima a repensarnos como sujetos. Aquí el concepto de ahorro es central, y por ahorro no nos referimos a la creación de una cultura de pobreza. Debemos luchar contra la pobreza, como dijo Francisco. Nos referimos a que las tareas generacionales no pueden ser sujetos de consumo. Como generación trabajamos por la construcción de una obligación en la que el sujeto es un sujeto político que logra una “buena vida”, pero siempre forja su capital espiritual.

* Proyecto “Cien Asís”.
Docente en Universidad Nacional
por Lomas de Zamora (Argentina)

Gregorio Estremera

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