Recuerdos, sueños y ambiciones globales: diez años de Bartoli en azul. “Estoy orgulloso de mi carrera”



“Solo soy una niña persiguiendo sus sueños”. Sin ocultar sus emociones en este día tan especial, precisamente el cumpleaños de su padre, Elisa Bartoli reprodujo la grabación de recuerdos celebrando diez años en azul con sus compañeros de viaje. Desde su debut en la Eurocopa el 10 de julio de 2013 hasta su retirada en Auckland, donde la selección trabaja para el inicio de una nueva aventura mundial.



Diez años pasaron rápidamente vistiendo un uniforme que -como el de Roma- consideraba una segunda piel. “Siento que han volado – dijo el capitán de los giallorossi – si miro atrás veo tres Eurocopas, dos Mundiales y muchas satisfacciones más. Me siento honrado, orgulloso y orgullosa de lo que he logrado”. No fue fácil, como él mismo admite, pero con el apoyo de su familia logró asentarse en un mundo que ni siquiera conocía. “Siempre he amado este deporte, pero de niña no sabía que había un equipo femenino, me considero afortunada porque he emprendido un camino importante, que como una señal del destino comenzó el día del cumpleaños de mi padre, él soñaba con ser futbolista y Lo logré, estoy orgulloso de haberle dado esta alegría”.

Elisa se convenció de no jugar con Finlandia en el primer partido de la Eurocopa que se disputó en Suecia. No lo creía Antonio Cabrini, por entonces un talentoso entrenador de la selección en la que destacaban los nombres de Chiara Marchitelli -actual jefa de la delegación italiana- Alice Parisi, Melania Gabbiadini y Patrizia Panico, además de la jovencísima Cecilia Salvai y Sara Gama, que se lesionaron justo en el calentamiento previo al partido. “Fue un debut inesperado. Estaba en el vestuario y vino Giorgia Motta y me dijo ‘fuera, tienes que jugar’. Pensé que estaba bromeando, también porque hace el mismo papel que yo y tiene más experiencia que yo. Finalmente entré al campo y todo salió bien”.



Dejando a un lado el debut, otro recuerdo en azul fuerte está asociado con la Copa del Mundo de 2019, la primera de Italia después de 20 años de ausencia. “Fue una experiencia única, un evento extraordinario. Recuerdo que nos seguían muchos italianos y mucha afición en las gradas, probablemente era la primera vez que jugaba en un estadio tan lleno”. El ambiente que permitió al equipo de Milena Bertolini sorprender a todos, llegó a cuartos de final con todos los honores”. Tuvimos un partido sin pretensiones, nos dijimos ‘vamos a vivirlo’. Lo conquistamos y lo más bonito fue hacer todo el camino desde cero. El primer partido contra Australia fue el verdadero punto de inflexión, aunque no lo hicimos. No esperaba terminar entre los ocho primeros del mundo, sobre todo como aficionados. Uno de los mejores recuerdos de ese viaje está relacionado con mi hermana: ella nunca me dejaba sola, era mi primera fan y me seguía a todas partes. Voy a Nunca olvidaré su camisa vuelta hacia arriba, su cara pintada y la sonrisa que me acompañaba cuando corría en la banda. Se sentía como si estuviera en el campo”.



La historia de aquellos días no se limita a su cariño familiar, pues la selección enamoró a millones de italianos. “Lo mejor es toda la gente que trajimos, toda la afición que me llamó y que me recibió con ojos brillantes cuando regresé a Roma. Fue genial porque le dimos a Italia momentos de felicidad”.

Tras una temporada victoriosa con la camiseta amarilla y roja -“que, sin embargo, aún no ha terminado, queremos terminarla de la mejor manera”, subrayó sin dudarlo-, Elisa también se prepara para vivir el Mundial de Australia y Nueva Zelanda como protagonista, que para la Azzurra arrancará el 24 de julio con un partido contra Argentina programado en el Eden Park de Auckland. “Me acerco a esta nueva aventura sintiéndome ‘mayor’. Ahora hay más esperanza, pero hace cuatro años la vivía con más tranquilidad. Tenemos que redimirnos después de la decepcionante Eurocopa, pero no quiero pasar ninguna responsabilidad a los jugadores jóvenes que ahora están en el equipo. Es cierto que han tenido unas semanas tranquilas, porque si afrontamos la competición de esta forma seguro que lo haremos bien”.

Elisa y sus otros veteranos italianos ayudaron a los recién llegados, comenzando con el trío sub-20 Severini, Beccari y Dragoni, a encajar en la mecánica del equipo. Más que con palabras, con hechos. “Trato de transmitir determinación, ganas de dar lo mejor de mí en cada entrenamiento y tomar cada día como si fuera una nueva oportunidad. La mejor satisfacción es saber que si hago algo, me ‘ven’. Hemos hecho y hemos hecho mucho para estar aquí, así que la recompensa justa es vivir esta experiencia sin preocupaciones. Los jóvenes tienen un gran talento y calidad, somos un grupo fuerte y queremos demostrarlo”.

Eulália Marcial

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