(ASI) La crisis económica de Argentina continúa a pesar de las políticas implementadas por el presidente Alberto Fernández principalmente para frenar los problemas de inflación.

Hace doce meses la inflación superaba el 55% interanual y aumentaba un 6,7% respecto al mes anterior. Por lo que el 15 de marzo de 2022, el jefe de Estado anunció que el ejecutivo emplearía toda su fuerza y ​​compromiso para frenar el aumento de precios. No obstante, hoy el aumento de precios es del 104,3% e incluso la simple desaceleración de la inflación parece complicada.

En el último año, el panorama también se ha complicado por lo que se considera la peor sequía en la historia de Argentina. El impacto de la falta de lluvias en la producción agrícola se estima para 2023 en alrededor de 2 puntos del PIB. Esto significa que este año se perderán entre seis y ocho mil millones de dólares del tesoro del país y de las reservas del banco central de Argentina.

Este contexto claramente no acompaña los esfuerzos del gobierno por “reordenar” la macroeconomía a través de un programa económico consensuado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y basado en una receta clásica que aspira esencialmente a reducir drásticamente los déficits y las emisiones.

Para tratar de superar esta crisis, el ministro de Economía, Sergio Massa, anunció que había alcanzado una serie de acuerdos con instituciones multilaterales de crédito por un total de unos dos mil millones de dólares, pero estos esfuerzos no fueron suficientes para los bancos inversionistas estadounidenses, quienes argumentaron que la situación en el país seguiría deteriorándose; por ejemplo, para Jp Morgan “el aumento de los desequilibrios monetarios, los controles de importación y las dificultades presupuestarias en el contexto de una grave sequía están aumentando la presión sobre los precios en una inercia inflacionaria ya elevada”; mientras que Morgan Stanley ha revisado su estimación de inflación para 2023 a +120%.

Fabrizio Di Ernesto – Agencia de noticias italiana