Argentina presentó a Suiza

Si nos aceptó para una entrevista en su pequeño apartamento de Eysins, en el cantón de Vaud, Silvana Alimenti Carrard no es una persona hogareña. Desde muy joven, la Argentina se ha acostumbrado a la vida al aire libre. Sus padres lo llevan a él ya su hermana de excursión con regularidad, especialmente a la Sierra de la Ventana, una pequeña cadena montañosa tan alta como el Jura. “Tuvimos una infancia maravillosa”, recuerda, mientras toma su mate, la bebida tradicional de su país natal. “Fue increíble. Hay tarántulas, víboras, escorpiones”, explicó con una sonrisa.

En su adolescencia salió solo por primera vez, unos veinte días. Luego, como estudiante, las caminatas por la montaña se convirtieron en sus encuentros de verano. A mediados de la década de 2000, Silvana Alimenti Carrard se instaló en Suiza con Xavier, ahora su esposo, a quien conoció tomando una copa en el campamento base Aconcagua, el pico más alto de América.

En Argentina, estudió arqueología, un curso que esperaba tomar en la Suiza francófona. Pero el curso no se da todos los años, dijo, por la poca cantidad de postulantes. “Y no quiero pasar siete años encerrado en la universidad”, agregó. Con el tiempo, me di cuenta de que lo que quería era estar afuera.

Por lo tanto, la joven naturalmente se convirtió en guía de montaña. Este trabajo le permite acompañar a grupos en tierra donde no se requiere equipo especial para el avance, cuerdas y arneses, por ejemplo. Esta profesión le permite “divertirse”, nos dijo. Con sus amigos y su esposo, encontrará Helyum, la “oficina” del guía.

¿Los cuarenta tuvieron un viaje talismán? La respuesta es no… “Me encanta todo en Suiza”, suspiró. Pero pronto añade que aprecia las montañas centrales, que recomienda por su accesibilidad: “Me gustan mucho los Alpes. Pero pronto tendrás que escalar muy alto, sobre altas montañas. Los Prealpes y los Alpes berneses te permiten tener espacio frente a ti sin tener que hacer grandes cambios de elevación para llegar.»

La entrevista ha terminado, es hora de tomar un poco de aire fresco. Silvana Alimenti Carrard nos llevó a dar un paseo por el Bois de Chênes, no lejos de Genolier. Este bosque está protegido desde 1966 y, por lo tanto, alberga una valiosa biodiversidad. Nuestros guías a menudo se detienen para explicar cada detalle de la fauna, la flora y la topografía. Así nos presenta la costra del árbol, el sombrerito que se junta en las hojas. “Son insectos que muerden las hojas y ponen huevos”, explicó. Para protegerse, la planta hará pequeños crecimientos alrededor de estos huevos, como cicatrices. Luego nos encontramos con el amadouvier, un hongo que parece un platillo volador, que solo crece en árboles muertos. En cada parada, será un nuevo descubrimiento.

“Nuestras profesiones son muy diversas, subraya esta guía. Podría viajar hasta el campamento base del Aconcagua, pero también podría vivir allí, al lado de la ciudad y también explicar cosas.

Yessenia Verde

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