El jueves por la noche, No es muy tarde, recibió la visita de Jorgelina Aruzzi. Uno de los temas que abordaron fue los detalles finales de buen gusto que la diversión va haciendo con creciente recurrencia, a través de una historia personal del animador. Sin esfuerzo, Aruzzi admitió que se había puesto botox y que rápidamente lamentó los resultados.
Uno de los principales temas que Germán Paoloski, el conductor, propuso en la reunión fue la consideración de buen gusto. La animadora dijo que entrena y que realmente aprecia que esto suceda, y el conductor se refirió a un recurso generalmente utilizado por los artesanos y la gente de Broadway: “finalmente dijiste que te habías puesto botox, ¿fue genial la experiencia?”. Le pregunto. Lejos de estar indignado o de tener que ocultar su deseo de ser más atractivo, Aruzzu admitió: “No se veía muy bien en mí. Me hizo lucir excepcionalmente terrible”. Paoloski entendió que básicamente tiene un lado positivo: “Lo bueno del botox es que dura un par de meses y hay que devolverlo”.
La animadora expresó que tras estos resultados optó por no ponerse más: “Tenía otra ceja arqueada”, dijo con una risita, y no quiso revelar el nombre del experto que hizo la aplicación. De ahí en adelante, le gusta arreglárselas sin este tipo de activos: “No tengo ni idea de cómo no inventan el balde en el que metes la cabeza y sales alucinante”, propuso.
Para agregarle un ciclo de humor a su relato, la conductora le dio la bienvenida al percibir cómo se vería con más botox aplicado. La creación le consiguió a Aruzzi una tableta en la que había un canal que le permitía verse a sí mismo con una medida de botox tergiversada: “Apenas fuera de la sala de trabajo”, bromeó Paoloski. Después de reírse de la versión de ella con una gran cantidad de tratamiento médico, el animador cerró: “Hay personas a las que les gusta eso, hay que decirlo. El punto de ruptura
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