La victoria de Javier Milei en Argentina alegrará a quienes dicen que la política se ha convertido en un circo.
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El hombre, un economista libertario, desarrolló un estilo iconoclasta que apenas ayer lo habría dejado políticamente marginado.
Pero la política tradicional se está desmoronando en muchos lugares, y el grupo de excéntricos más improbable puede ganar las elecciones.
Es cierto que América Latina es un caso especial. De Perron a Castro, pasando por Lula, Bolsonaro y ahora Milei, ya sean de izquierda o de derecha, los líderes políticos a menudo han exagerado el machismo. Los valores de los países que lo integran no se corresponden realmente con los valores del mundo occidental.
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Argentina
Milei anuncia que quiere abolir el sistema político que considera podrido y quiere liberar a todos los asociados a él. Él ve al Estado como una entidad que continuamente quiere expandir su influencia sobre la sociedad y vampiriza la riqueza para financiar la obesidad mórbida.
Lo acusó de corrupción. En el caso de Argentina, estas acusaciones no son infundadas.
Quería crear un nuevo modelo de sociedad, rechazando todo lo que se pareciera al socialismo. Era un individualista radical.
Creemos que sus votantes no votaron por cada una de sus propuestas.
Ven esto como una oportunidad para deshacerse de un sistema roto, creando pobreza y provocando al mismo tiempo el colapso psicológico de una sociedad que ha perdido sus fundamentos más básicos. No debemos olvidar que la revolución del despertar, a la que se opone el nuevo presidente de Argentina, no habría sido posible sin las autoridades públicas que la financiaron y la impusieron por la fuerza.
Populismo
Nuestra era, caracterizada por el calentamiento global causado por pasiones políticas, trae consigo levantamientos populistas.
Argentina se convirtió en el laboratorio y teatro de esta rebelión.
Más allá de las excentricidades del estilo de su nuevo presidente, habrá que ver qué produce. Con razón recordaremos esta experiencia con gran interés.
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