Para esta primera edición de la Finalissima, esta Copa Intercontinental Intercontinental, entre Italia, campeona de Europa, y Argentina, campeona sudamericana, es difícil poner mejor cartel, ambos equipos han ganado seis mundiales entre ellos. Pero en este choque de gigantes, la multitud de Wembley solo vio un equipo: Lionel Messi.
Ganó mayoritariamente Argentina, 3-0, ya lideraba 2-0 al descanso tras las realizaciones de Lautaro Martínez (28) y Di María (45+1) con balones punzantes que el ex parisino mantuvo en secreto. Este último, por Dybala, intervino en la prórroga (90+4), tras un saque de Messi, autor de otro pase decisivo para el primer gol de su equipo.
El marcador podría ser aún más salado para Italia debido al dominio total de Sudamérica, especialmente en el compromiso físico. Este duro revés confirma que Squadra atraviesa un momento complicado, caracterizado por su no clasificación para el Mundial de Qatar, tras caer eliminado por Macedonia del Norte (1-0) el pasado mes de marzo.
El es inmortal. Al menos en la selección. La aparición del ganador de los siete Balones de Oro de France Football contra Italia en la Finalissima esta vez fue suficiente para tranquilizar a la afición parisina. O, alternativamente, preguntarles sobre la transformación del argentino entre el PSG y la Albiceleste. Este miércoles por la noche, Messi dio dos asistencias, una real ante L. Martínez (28) y otra aún más feliz en el tiempo añadido para Dybala.
Lo más importante, fue agudo y de pie, capaz de vencer a los defensores italianos como Di Lorenzo para el primer gol, una secuencia que se ha visto muy pocas veces en París esta temporada. Y mutiló a Donnarumma varias veces, por lo que también mereció anotar.
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Como la cantidad de goles anotados por Ángel Di María en 122 selecciones. El zurdo también brindó 24 asistencias.
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