Y es que se podría decir que durante su brillante carrera, Julio Velasco, actual entrenador de Argentina, ha realizado cursos para enseñar a los directivos a comportarse en situaciones difíciles o estresantes.
Pero el viernes, al final de un partido legítimo entre Argentina y Polonia por el campeonato mundial de voleibol, marcado por un árbitro que, según dijo, estaba demasiado parcializado a favor de Polonia, no pudo soportarlo más. Y al final de la victoria de su equipo por 3-2, lanzó la más clásica “jugada de paraguas” contra el árbitro y los rivales.
Velasco, como sabemos, durante años se opuso orgullosamente a lo que definió como la “cultura de la coartada” característica de los perdedores. Personas que, en efecto, encuentran cualquier cantidad de excusas para sus propias pérdidas (el campo, los arbitrajes, la política federal, etc.) para evitar cuestionar su propia responsabilidad. Su actitud del viernes dio la impresión de haber escapado por los pelos. Al menos no tuvo que presentarse ante los periodistas para decir: perdimos por culpa del árbitro.
Suspendido por un partido, no pudo dirigir a su selección contra Serbia, derrota por 3-0 que dejó a Argentina en el último lugar del Grupo H.
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