Dieciocho meses después del último default, podríamos ver otro terremoto financiero en Buenos Aires. Pagos de tramo de 3.500 millones de dólares al FMI en balance; esto es parte de un préstamo de 57 mil millones en 2018 para combatir la crisis cambiaria y evitar el impago de una deuda externa de 170 mil millones.
Lamentablemente, el perfil de gasto de Argentina en los próximos 12 meses no deja margen de maniobra. Hay 75.000 millones de deudas por pagar, 33 de las cuales son en moneda extranjera, no sólo con el FMI sino también con otros organismos internacionales. Si bien el gobierno puede confiar en los anticipos del banco central sobre la deuda en moneda nacional, la solvencia de la deuda en dólares está garantizada solo por las reservas de divisas del país, actualmente menos de 40 mil millones y en una tendencia a la baja a pesar de los estrictos controles sobre las exportaciones. de moneda extranjera.
La fuga de capitales al exterior continúa de otra manera: en los últimos meses ha proliferado el uso del nuevo mecanismo, con la compra de activos financieros en pesos argentinos y su liquidación en dólares en los mercados extranjeros por parte de las casas de bolsa desconociendo las restricciones. De facto, la asistencia financiera del FMI se ha ido al exterior en forma de intereses/dividendos y depósitos en bancos extranjeros hechos por una clase privilegiada de inversionistas nacionales.
El resultado es una mayor desconexión entre el tipo de cambio oficial peso/dólar y los tipos de cambio paralelos utilizados en las transacciones reales, que se devalúan en un 100%. Obviamente, un tipo de cambio en caída libre aumenta las facturas de energía y los costos de importación, reavivando las presiones inflacionarias (50% anual).
El propio FMI reconoció los errores del programa en un reciente documento de evaluación ex post, uno de los cuales fue. Según los analistas, el FMI aceptó (bajo una fuerte presión política de Washington, NdA) Las optimistas previsiones del gobierno neoliberal de Macri sobre déficit, inflación y crecimiento. Los recortes de gastos anunciados por el gobierno fueron únicos y tuvieron poco efecto en el desempeño financiero público. Luego, el préstamo se desembolsa de manera expedita, sin que los desembolsos posteriores dependan de la verificación simultánea del desempeño.
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