“Recordando la guerra de hace cuarenta años, y pensando en lo que está pasando hoy en Ucrania, queremos orar por la paz, recordando que, como nos dijo el Papa, ‘todo se pierde con la guerra, nada se pierde con la paz’. Así lo afirmó, hablando a SIR, Mons. Santiago Olivera, obispo militar de Argentina, quien mañana será uno de los concelebrantes de la misa que se realizará a las 11 horas en la basílica de Nuestra Señora de Luján, es promovida por la Conferencia Episcopal Argentina, y presidida por el presidente, monseñor Oscar Ojea, obispo de San Isidro, cuarenta años después de la guerra de las Malvinas -como se conoce ampliamente en Europa- o Malvinas, como se llama a las islas del Atlántico sur argentino. El 2 de abril de 1982, de hecho, la guerra fue iniciada por los “generales” argentinos que reclamaron la propiedad de las islas, que entonces estaban bajo soberanía británica.
En esta ocasión, frente a la “Virgen Malvinera”, la imagen de Nuestra Señora de Luján devuelta en 2019 por Gran Bretaña a Argentina, rezaremos por Ucrania de la misma manera que el pasado 7 de marzo, cuando soldados británicos y argentinos: “Que oremos por la paz, por el encuentro, por el diálogo y la justicia. Siempre queremos reconciliar el camino del encuentro, la fraternidad y la paz en nuestra sociedad y en nuestro mundo”. Confirmar Mons. Olivera, mirando a Ucrania: “Hoy en día, en que vivimos la tragedia de la guerra, que parece abrumadora e incomprensible, cada movimiento de un encuentro entre hermanos, como ha sucedido en las últimas semanas, nos indica el camino. Queremos reiterar que la guerra siempre es un desastre, rezamos en Argentina en todas las diócesis, y en especial en Luján, el pasado viernes, por el acto de consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María”. En las últimas semanas, esta oración se ha combinado con encuentros de la presidencia diocesana con la eparquía greco-católica en Argentina y oración interreligiosa. Caritas de Argentina sigue en contacto con Caritas internationalis y ha invitado a Caritas Europa a ayudar a los más expuestos económicamente.
El obispo recordó el papel fundamental jugado, hoy hace cuarenta años, por el Santo Padre: “Entonces Juan Pablo II había planeado un viaje a Inglaterra, y optó por volar de manera verdaderamente extraordinaria también a Argentina, haciendo un llamado fundamental a la paz y la oraciones por las familias de las víctimas”. Inmediatamente después de la visita, la guerra terminó y el presidente Galtieri renunció. Fueron precisamente las heridas de esa guerra, que también ocurrió en medio del océano, encendiendo las corrientes de no guerra: “ En ese momento, la dictadura no se dio cuenta de la importancia de este sacrificio y no ayudó de inmediato a los veteranos y sus familias. En los años que siguieron, muchos problemas de salud y psicológicos, algunos ex soldados se suicidaron “. Las heridas que hoy nos recuerdan la importancia del don de la paz”.
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