BUENOS AIRES: Puede ser un vestido determinado, un estampado de San Expédit, una foto de Maradona, los mismos amigos sentados en la misma silla para ver el partido… Los argentinos, que consideran el fútbol más que un deporte, no bromeen , pero no seas para nada con la superstición, amuleto de la buena o mala suerte, hacia el final.
Estas supersticiones cambiaron en particular con el viaje de la Albiceleste a Qatar: la sorprendente derrota ante Arabia Saudita en el primer partido provocó un verdadero esfuerzo por no repetir esta desastrosa jugada del 22 de noviembre. Y después de eso, por el contrario, repite de manera idéntica el ritual de las próximas cinco victorias.
“Para el partido perdido contra Arabia Saudita (1-2), me puse la camiseta de la Albiceleste con el N.10, de repente contra México la puse al revés y ganamos (2-0). A partir de ahí la seguí poniendo al revés. , y no dejamos de ganar”, dijo Julio Tresto, hincha de Boca Juniors.
“Cábala” (taco ritual supersticioso), “cuando funciona, no se puede romper. Es una cosa de fútbol”, insistió con evidencia.
En Almagro, en Graciela Castro, un diseñador de 58 años, padre de la familia Francisco, hincha del club San Lorenzo, puede nombrar a su antojo “cabalas” para entrar al partido: “Misma calzoncillo, misma camiseta, don “No ir al baño en todo el partido. Y para el final, desdeñar a tu oponente pero con elegancia, porque es francés”, sonríe.
Un ritual extraño pero meticuloso
Alma Mauri, una hincha de secundaria de 15 años de Racing d’Avellaneda (un suburbio de Buenos Aires) vestía la misma camiseta de la Albiceleste, “no se lava desde el segundo partido (desde que ganó). Y estoy luciendo todas las estatuillas de la Copa del Pueblo sobre la mesa”, explicó.
Este ritual es un poco especial para Guillermo Martínez, el ‘socio’ de Boca Juniors. “Me senté con las piernas cruzadas, los pies apuntando hacia la portería contraria, y en el segundo tiempo cambié, crucé las piernas hacia la otra portería”.
Su pareja, Mónica Gómez, hace lo clásico, pero no por ello menos meticuloso: tiene dos estampas de San Expedito, corredor de metas urgentes, una foto de su hija y un autógrafo de Diego Maradona.
Las cábalas pueden dar lugar a situaciones hilarantes: Lucrecia Airaldi, de 50 años, que vio las semifinales con… su exesposo Cristian Oberosler, un empresario de 54 años, en un bar de Palermo, explicó que había visto el primer partido con su pareja actual. Derrota 2-1, entonces cambiamos de cábala, porque vamos a cambiar de equipo.
Respondió abruptamente a la invitación de su hija Nicole, de 23 años, para ir a ver su próximo partido con su padre, su ex. Victoria contra México 2-0. Desde entonces, los dos “ex” se reunían en cada partido –“con el pleno consentimiento de mi marido”–, mismas barras, mismos banquillos, misma ropa. Peor para las semifinales, el martes: Nicole tomó el examen ese día y no pudo llegar a… ¿marzo? Colocaron su foto y su camiseta azul y blanca “N. 10” en el mismo lugar, entre ambos.
Política y miedo a ser “mufa”
Y para muchos, la regla de oro, la “cabala” también: evitamos hablar del pronóstico del desenlace “porque es ‘mufa'” (mala suerte), subraya Ignacio Farone, un estudiante universitario de 24 años. Así que nos limitamos a un análisis general: “El equipo jugó muy bien, y Messi demostró por qué realmente es de otro planeta”.
No bromeamos con +mufa+: el expresidente liberal Mauricio Macri (2015-2019), quien participó en varios partidos en Qatar, donde fue notablemente presidente de la organización benéfica “Fundación FIFA”, fue excluido en los últimos días de siendo el “mufa” de elección, el recelo que creció en el país en las redes sociales tras la derrota ante Arabia Saudí. Atribuyó estos “ataques” a enemigos políticos “locos”.
Sin embargo. El presidente Alberto Fernández (centroizquierda) dijo en un tuit el sábado que vería la final en casa “como millones de sus compatriotas”, viviendo “este momento fantástico como lo ha hecho hasta ahora, con los míos”. Entre líneas: no cambias tus hábitos ganadores hasta entonces. “Y luego, las cábalas son las cábalas”, agregó en su tuit con un guiño.
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