“El mundo está en un punto de inflexión” con la guerra de Ucrania y es hora de elegir “entre la libertad y la opresión”. El primer ministro británico, Boris Johnson, dijo esto al hablar en el Congreso Conservador en la ciudad británica de Blackpool dominada por el conflicto en el país de Europa del Este y sus consecuencias globales, mientras en Londres se pedía un juicio por los crímenes de Vladimir Putin en la guerra de Nuremberg. El primer ministro no tiene dudas de que ya no le es posible “normalizar las relaciones” con el presidente ruso después de lo ocurrido y que corre el riesgo de ocurrir en el futuro, ante posibles amenazas de Moscú que se extiendan a otros países, y critica los que, incluso en algunos gobiernos occidentales, quieren hacerlo en nombre de la “realpolitik”.
“No debemos repetir los mismos errores en 2014”, subrayó, refiriéndose a la anexión de Crimea por parte de Rusia y la respuesta de Occidente. Para Johnson, el líder del Kremlin teme la proximidad de una Ucrania “libre y democrática” y por eso la ha invadido. Los británicos, por tanto, “escogen la libertad en todo momento” y, según el primer ministro, deberían hacerlo tanto apoyando al Gobierno de Kiev como en el frente del suministro energético interno para liberarse de la “dependencia” del gas y el petróleo creada por el “empujador” Putin. Y así, el conservador primer ministro apunta, como ha manifestado en los últimos días, a un nuevo plan para aumentar la extracción de yacimientos nacionales y apostar por las energías renovables. Otros discursos en el Congreso también se centraron en Ucrania, mientras que el escándalo Partygate que tanto había preocupado a Johnson antes de la guerra estaba más lejos del radar de los tories. El ministro de Defensa, Ben Wallace, comparó a Putin con el general Leopoldo Galtieri, quien encabezó el régimen argentino en 1982 para intentar la conquista de las Malvinas-Falklands, a lo que se resistió la entonces primera ministra Margaret Thatcher. Ambos “enviaron a jóvenes soldados a morir por sus propias razones políticas”.
Mientras que sobre la cuestión de las negociaciones entre Moscú y Kiev, la ministra de Relaciones Exteriores, Liz Truss, en una entrevista con el Times dijo que estaba “muy escéptica” sobre la posibilidad de éxito, sugiriendo que podría, en sentido figurado, una “cortina de humo”. ser creado por Putin únicamente para reorganizar sus fuerzas armadas. Mientras tanto, hay quienes ya están pensando en el posconflicto: dos exprimeros ministros, el laborista Gordon Brown y el conservador John Major, estuvieron entre los 140 firmantes, junto a académicos, abogados y políticos, de la convocatoria para un presidente ruso. y sus colaboradores en la creación de un nuevo tribunal internacional con amplios poderes similar a los juicios de Nuremberg, que tras la Segunda Guerra Mundial permitió llevar ante la justicia a la jerarquía nazi por crímenes de guerra cometidos en Europa. Para Brown “si el mensaje no se envía ahora, enfrentaremos agresiones contra otros países que pueden quedar impunes”.
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