La bruja de Christchurch se inclinó después de veintitrés años de buen y fiel servicio. El Ayuntamiento de Nueva Zelanda ha rescindido el contrato de Ian Brackenbury Channell, de 88 años. Este inglés ha sido contratado para promocionar la ciudad a través de “magia de acción y otros tipos de servicios de magia”.
El ayuntamiento dijo que había enviado una carta a la bruja para agradecerle su trabajo. Una vocera, Lynn McClelland, dijo que la decisión fue difícil, pero que la bruja ‘será para siempre parte de la historia [de Christchurch]». La ciudad toma un giro turístico y quiere presentarse como más “dinámico, diverso y moderno”para atraer “residentes, visitantes nacionales e internacionales, nuevas empresas y trabajadores migrantes calificados”. Ian Brackenbury Channell lo encuentra tan mal que ya no encaja en el ambiente de la ciudad: “Esto implica que soy aburrido y viejo, excepto que no hay nadie más como yo en Christchurch”los comentarios.
Gandalf, sal de este cuerpo
En 1976, el mago comenzó a realizar su magia y entretenimiento en un espacio público en Christchurch, poco después de su llegada a Nueva Zelanda. Desde 1982, la Asociación de Directores de Galerías de Arte de Nueva Zelanda ha declarado que Ian Brackenbury Channell es una obra de arte viviente. Ocho años después, el primer ministro Mike Moore lo convocó. En una carta, le pide que se convierta en una maga de Nueva Zelanda, un Gandalf moderno.
Aceptando esta misión, Ian Brackenbury Channell actuó en Christchurch por un salario de 16.000 dólares anuales (unos 10.000 euros). En 2009, recibió la Medalla de Servicio de la Reina Isabel II. Pero con los años, la presencia de Ian Brackenbury Channell en la ciudad ha disminuido. Según él, fue porque el ayuntamiento lo invisibilizó y no respondió a sus propuestas para incrementar el turismo.
La Bruja seguirá haciendo varias apariciones en el Centro de las Artes de Christchurch, a pesar de que su contrato con la ciudad ha expirado. Actualmente se está realizando en el recinto una exposición sobre su vida. Ian Brackenbury Channell admite que irse no traerá mala suerte en el tablero, prefiriendo darle una bendición.
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