Nuestra Fundación Gariwo construye Jardines de los Justos en todo el mundo para enseñar a la gente contra el odio, el genocidio y la dictadura. ¿Pero por qué lo hacemos hoy en Argentina en Mar del Plata? En primer lugar, porque este país es un país amigo y capaz de integrar diversas culturas y minorías.
Un ejemplo para aquellos que no quieren aceptar personas diferentes y quieren un mundo lleno de divisiones. En segundo lugar, porque este país vivió un genocidio llevado a cabo por el Estado durante la dictadura. Un nuevo tipo de genocidio porque no afectó a minorías étnicas, sino a ciudadanos considerados enemigos por la junta de Videla. Me llamaron la atención las cuatro palabras que caracterizaron el destino de 30 mil personas desesperadas: secuestro, tortura, encarcelamiento y desplazamiento ( traducir).
El último, terrible: el traslado en avión a la muerte desde el cielo en el Río de la Plata. Un río que se ha convertido en una tumba. Como judío, este camino me recuerda las muertes de judíos durante la Shoah. Un viaje hacia la solución final. Actualmente en Argentina hay una importante lucha contra la negación. Mucha gente quiere que todo sea abolido, pero tienen una estrategia para lograrlo: decir que estos crímenes no provienen del Estado, sino que son el resultado de la guerra civil entre grupos extremistas opuestos. Esto es como decir que las víctimas tienen la culpa de su suerte. Luego porque este país ha ofrecido páginas extraordinarias de resistencia moral como las de las madres y abuelas de Plaza de Mayo.
Las mujeres que denunciaron al mundo el secuestro de sus hijos y el cambio de identidad de sus nietos, que fueron arrebatados a sus madres tras el asesinato, son ejemplos de heroísmo cívico y de lucha por la justicia. Demuestran que todos pueden decir no al poder injusto si así lo desean. Lo hicieron durante años sin miedo frente a la Casa Rosada, donde el poder del dictador urdió su plan de muerte. Hoy en este parque hicimos algo extraordinario. Recordemos los hilos comunes y los vínculos profundos que unen a las personas buenas que defienden la dignidad humana, dondequiera y en cualquier época. Podemos llamarlo una cadena de bondad que nunca se rompe y se transmite de generación en generación. Recordamos al escritor Armin Wegner quien con sus escritos y fotografías denunció el primer genocidio del siglo XX, el ocurrido en Armenia, y luego se convirtió en uno de los primeros en protestar en Alemania contra la persecución de los judíos; Aristides de Sousa Méndez, el cónsul portugués cuyo coraje permitió el rescate de cientos de judíos durante la Shoah; Pierantonio Costa, de Italia, que salvó a 2.000 tutsis y 200 niños en Kigali durante el genocidio de Ruanda.
Y luego recordamos a tres argentinos extraordinarios como Silvia Ana Filler, María del Carmen “Coca” Maggi y Claudio Hugo Lepratti, que pagaron con su vida su valentía para defender a los más débiles y oponerse al abuso de poder. ¿Qué tienen todas estas personas en común? Como decía el firme Marco Aurelio, son capaces de ejercer su profesión como hombres o mujeres cuando se les niega la dignidad de los demás. La profesión humana es muy especial: es la capacidad de escuchar el sentido del bien que reside en el corazón de cada ser humano y que, muchas veces, nosotros mismos censuramos. Chéjov la llamó la tercera inteligencia. El sabor y placer de hacer buenas obras.
Ésta es la misión que nos propusimos con la construcción de Jardines de los Justos, como el de Mar del Plata. Ofrecer a la sociedad una herramienta secular para encender la chispa de la conciencia en cada persona. Con el ejemplo extraordinario de los Justos, queremos mostrar que todo ser humano en cualquier lugar y bajo cualquier circunstancia puede ser una persona justa, evitando el odio y los signos del mal antes de que ocurran. Nuestro trabajo es detener el crimen antes de que se desarrolle. Después de eso siempre es demasiado tarde. Por eso el Jardín de los Justos es un lugar de educación moral continua en la sociedad. En Mar del Plata tenemos un gran sueño que queremos realizar junto con la sociedad civil argentina: queremos que Argentina se comprometa a recordar el genocidio ocurrido en Argentina. desaparecido ser mensajero de la memoria de los Justos.
Por eso, queremos que este Parque se construya en otras ciudades y que el Día de los Justos elegido por los parlamentos italiano y europeo sea también una gran celebración para Argentina. ¿Por qué hacer una gran fiesta con música de tango y Piazzolla? Porque recordar el bien y hacer el bien es siempre una gran alegría y felicidad para el ser humano. La bondad y el amor, aunque a veces cueste mucho perseguirlos, son cosas que nos permiten vivir mejor en este mundo. La belleza de la gente buena es un espectáculo parecido a la naturaleza, como escribió Séneca a Lucillo. No hay nada más hermoso que pueda evocarnos tales emociones.
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