Los Acuerdos de Abraham de 2020 fueron, de hecho, un punto de inflexión en la historia de las relaciones árabe-palestinas. Anteriormente, la mayoría de los países árabes musulmanes siguieron la línea trazada en 2002 por Arabia Saudita con la Iniciativa de Paz Árabe (propuesta por Abdallah, entonces regente), que subordinaba el reconocimiento por parte de Israel de todos esos países a la creación de un Estado palestino. dentro de las fronteras de 1967 (Gaza y Cisjordania). Esta iniciativa se fue desvaneciendo gradualmente, por varias razones: el bando palestino, las divisiones políticas y geográficas desde 2007, la desconfianza en la creciente influencia de Irán entre ciertas facciones palestinas, incluido Hamás, así como su ascenso al poder, especialmente en la Unión Árabe. Los Emiratos y Arabia Saudita representan una nueva generación de líderes que no tienen ninguna conexión sentimental con la causa palestina y, en cambio, están interesados ​​en el éxito económico y tecnológico de Israel. Estos países, como la mayoría de los países occidentales tras el fracaso del proceso de paz, adhieren a una tesis del status quo que permite ignorar la diplomacia y la inevitable desaparición del movimiento nacional palestino. El golpe final a la Iniciativa de Paz Árabe lo daría su sobrino, Mohammed Ben Salman, con la normalización entre Israel y el reino saudí. Este acuerdo ha quedado en suspenso por ahora, pero nada indica que la dinámica de los Acuerdos de Abraham no continuará cuando las cosas se calmen nuevamente. Señalemos que los países que han establecido relaciones con Israel en realidad nunca han ido a la guerra contra el Estado judío y, por lo tanto, este paso es mucho más fácil de dar en comparación con la paz lograda con Egipto y Jordania.