Se encuentra en una pequeña calle del Médoc, detrás de una puerta de hierro forjado y una hilera de palmeras. El castillo Réal, una antigua mansión construida en 1800 por un alto oficial napoleónico (es decir, un tal Lord Réal), fue adquirida unos años más tarde por la familia Tronquoy. La convirtió en bodega y mantuvo la propiedad durante seis generaciones.
En 2020, Kelly y Elian Travaini, una pareja de treinta y tantos aburrida de la vida parisina, abrieron un nuevo capítulo comprando un lugar para convertirlo en una casa de huéspedes. Dan la bienvenida a clientes internacionales, que vienen de Estados Unidos, Argentina, Finlandia y otros lugares para descubrir la ruta del vino y probar “el arte de vivir francés”. También vienen huéspedes de toda Francia, incluido Burdeos y sus alrededores, para relajarse al aire libre.
Desde la capital, Gironda, la carretera serpentea entre viñedos y castillos, y especialmente por la famosa zona del Château Margaux. Desde el puerto deportivo de Pauillac seguimos la orilla izquierda del estuario de la Gironda, repleta de plazas, coloridas cabañas equipadas con grúas y grandes redes de pesca que simbolizan la región. Algunos kilómetros en el corazón del bosque de robles, pasando la esclusa y atravesando el pueblo de Saint-Seurin-de-Cadourne son las etapas finales antes de llegar a la casa de Kelly y Elian Travaini.
Para la felicidad de las ardillas y los pájaros carpinteros
Detrás del castillo, fuera de la vista, una piscina rodeada de losas de piedra, plátanos, sombrillas y tumbonas permite, en verano, nadar en medio de amplios jardines verdes, acompañado por el canto de los ruiseñores. Grandes pinos, cedros y nueces chinas hacen las delicias de las ardillas y los pájaros carpinteros. La propiedad ya no incluye vides, sino uvas de plantas que crecen al otro lado de la calle, conservando el nombre de Château Réal. También puedes comprar algunas botellas en el sitio. El joven maestro renovó completamente el edificio. “Nos mudamos un poco antes del primer periodo de confinamiento y aprovechamos ese periodo para empezar nuestro propio trabajo”, explicó Elián.
Ingeniero de formación, replanteó la distribución, mientras que Kelly, apasionada del diseño de interiores, seleccionó materiales, colores y muebles. Quitaron el antiguo papel pintado de todas partes, sustituyeron el parquet infestado de termitas por un nuevo modelo en espiga, pero mantuvieron las baldosas de Gironda en el suelo de la entrada. En la planta baja, en la sala de desayunos, hay una mesa y sillas de bistro junto a la chimenea, bajo un techo pintado a mano de principios del siglo XX.
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